Partos gemelos, y aun partos múltiples, no son infrecuentes. Según las estadísticas, uno de cada ochenta partos es de gemelos, por lo que se puede considerar un hecho más bien frecuente. Naturalmente, traer al mundo a dos niños no es sólo cuantitativamente distinto que traer a uno. La diferencia es también cualitativa, como bien lo saben las madres han vivido o viven esta experiencia. No se trata únicamente de trabajos, cuidados, gastos y preocupaciones multiplicados por dos, sino también de una situación diferente por completo con respecto a la que se pensaba cuando los padres se enteraron que no venía un único hijo.
Queremos referirnos ahora a la situación posterior al nacimiento una vez que el shock inicial ha sido superado y cuando, de una u otra forma, la vida familiar se ha organizado y ambos niños cuentan con lo necesario para su desarrollo.
Queremos analizar, en este momento, qué significa ser gemelos en un período más avanzado, a partir de la segunda mitad del primer año, cuando el niño adquiere una cierta idea de sí mismo y de los demás e inicia actividades autónomas. Deseamos, sobre todo, tomar en consideración las actitudes de los padres y las dificultades con que pueden encontrarse.
Los gemelos, como los demás niños, precisan atención y sensibilidad, comprensión de sus sentimientos y necesidades en cada fase del desarrollo, y un elemento más, dado lo específico de su caso: la consideración de sus relaciones mutuas.
Gemelos desde el principio.
Tal vez desde el periodo intrauterino los dos niños se han relacionado a nivel inconsciente de manera tan profunda que necesitarán pasar por un proceso de diferenciación e individualización para poder vivir como personar separadas y distintas. En ocasiones este proceso falla, y ambos miembros de la pareja de gemelos manifiesta aun de mayores comportamientos complementarios. En estos casos actúan como si cada uno fuese la mitad de un entero, perfectamente sincronizados, pero incapaces de funcionar por separado. A veces este fenómeno se ve favorecido por la educación y por la forma en que son tratados dentro del entorno familiar. Hubo una época en la que, por ejemplo, se acostumbraba vestirlos iguales, y mantenerlos todo el tiempo juntos realizando las mismas actividades. Actualmente se tiende a diferenciarlos, dándole a cada uno las oportunidades adecuadas para lograr la propia identidad, para escoger ambientes e intereses particulares.
Dos individuos, dos historias.
Es de fundamental importancia que los padres los "piensen" desde el principio como dos individuos diferentes, cada uno con su historia independiente. No es raro observar que son precisamente los educadores quienes crean para ellos roles diferentes, pero complementarios, definiendo a uno como vivaz y al otro como tranquilo, a uno como agresivo y al otro como pasivo, a uno bueno y al otro malo, a uno racional y al otro emotivo. Y nosotros sabemos muy bien cuán importante es la forma en que los adultos "piensan" los niños, pues esperan que se ajusten al modelo por ellos concebido y sabemos también la adaptabilidad que a este modelo se puede lograr durante los primeros años.
Si los padres, de entrada, son capaces de pensar en sus gemelos como en dos sujetos diferentes y no como en mitades de una mitades de una unidad en la cual uno desempeña el papel de malo y el otro de bueno, uno el de sociable y otro el de tímido, etc., y arropan a cada uno con las cualidades completas de un ser que tiene aspectos buenos y malos, sociables y tímidos, ayudarán infinitamente a que los gemelos desarrollen con libertad sus respectivas resposabilidades. A pesar de esta prudente actuación, subsisten algunas dificultades. Citaremos, a títulode ejemplo, las observaciones de una madre de gemelas de año y medio de edad.
"Mi marido y yo pensamos desde un principio que lo mejor sería tratarlas como dos hermanitas cualesquiera; cada una de ellas tendría sus objetos y sus costumbres según sus apetencias; podrían compartir algunas cosas, pero no todas; algunos momentos, pero no todos. Esto resultaba fácil mientras se trataba de hábitos o juguetes, pero se hacia mas complicado cuando de lo que se trataba era de diferenciar los momentos de la jornada, particularmente cuando era muy pequeñas. Hasta hoy es casi imposible no darles juntas de comer, no hacerlas dormir juntas, etc. Y si una sola persona cuida de ambas, es difícil también hacerles hacer cosas distintas. Si se kas tiene siempre juntas no es fácil comprender los matices personales. A veces una juega con el papá y otra con la mamá. Cuando el padre no está, una permanece con la mamá y la otra con la abuela, pero en realidad ambas quisieran estar con la madre. Existen dificultades. En ocasiones las dos quieren un mismo juguete, o los mismos zapatos y riñen por ellos, pero nosotros pensamos que esto forma parte de sus relaciones. Pensamos que educándolas así, más adelante podrán gozar de las ventajas de jugar en compañia, aunque ahora tienden a fastidiarse mutuamente mientras juegan."
Fuente: "Tu Hijo - Enciclopedia práctica de puericultura, pediatría y educación" - Crónica.
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